Odontofobia:¿El miedo hace que descuides tu salud bucodental?
- Victor Leon
- 27 jun 2016
- 3 Min. de lectura

¿Si antes de visitar a tu dentista te cuesta trabajo dormir, si dejas pasar el tiempo antes de pedir cita para tu revisión y según te vas acercando a la clínica te tiemblan las piernas y tienes ganas de salir corriendo, si consigues entrar en la sala de espera y no puedes parar de dar vueltas o te pones a llorar desconsoladamente? Probablemente sufras odontofobia y pertenezcas a esas personas que no acude al dentista por miedo a que le hagan daño o debido a una experiencia traumática.
Para la mayoría, ir al dentista es un momento incómodo por lo que es importante distinguir entre ansiedad y fobia. La ansiedad consiste en sentir cierta intranquilidad e incluso un leve miedo pero no limita la vida del afectado. En cambio, la fobia es un miedo irrefrenable que impide al afectado visitar a su dentista durante largos periodos de tiempo, lo que puede generar incluso enfermedades como la gastritis.
¿Que es?
Se trata de un miedo intenso y desproporcionado asociado a todo lo que tenga que ver con la odontología. Este temor lleva a quienes padecen esta fobia a evitar ir al odontólogo y prefieren soportar el dolor o molestia antes que ir a un consultorio.
Este temor puede o no ser reconocido por la persona y en general se relaciona con una experiencia traumática anterior, dolor intenso en una consulta durante algún procedimiento, pérdida de alguna pieza dental, falta de información, etc.
Consecuencias
Una de las principales consecuencias de padecer odontofobia es que el hecho de retrasar las visitas al dentista y con ello los exámenes dentales rutinarios hacen que el problema se agrave con el tiempo y que acudamos a la consulta solo cuando el dolor se hace insoportable. De esta manera una leve dolencia con fácil solución se convierte en un problema más grave, que necesitará un tratamiento más invasivo, lo que reforzará las creencias negativas de estos pacientes sobre los dentistas.
10 Consejos para vencer el miedo al dentista
1. Convertir al odongólogo en parte de la rutina de salud desde la infancia. Las revisiones dentales no duelen, evitan trastornos mayores y hacen que el miedo vaya desapareciendo, y te das cuenta de que la visita no ha sido la mala experiencia que había imaginado
2. Sinceridad y confianza. Si un paciente tiene miedo es importante que hables de ello abiertamente con tu dentista así, el o ella será consciente y sabrá que necesitarás más tiempo y dedicación. La comunicación, la empatía y la capacidad para hacer que el paciente se sienta relajado y en un entorno de confianza es básico.
3. Visita de 'reconocimiento'. Cuando adviertes al pedir tu primera cita que lo pasas mal en el dentista, los expertos aconsejan que lleves a cabo una visita antes de pedir hora. Ese día el dentista te enseñará la clínica y te explicará las nuevas tecnologías y técnicas dentales que se usan hoy en día que ayudan a que las prácticas no sean dolorosas, de modo que la primera consulta será más cómoda y relajada.
4. Mejor a primera hora. Es aconsejable acordar la cita en un momento del día en el que no tengas que acudir a ella con prisas y llegar antes a la cita concertada. Asimismo, es una buena opción la cita por la mañana para que no estés pensando todo el día en tu miedo a acudir al dentista.
5. Acudir al odontólogo con un amigo, pareja o familiar puede hacer que se sientan más arropados a la hora de acudir al dentista.
6. Una vez en la sala de espera puede ser útil, según comenta la psicóloga Mariana Segura, usar técnicas que te distraigan como hablar con alguien, leer un libro interesante, hacer llamadas a personas que te diviertan o agraden o buscar ese viaje de vacaciones que quieres planificar pronto en Internet a través del móvil.
7. Cuando estás en el sillón del dentista, puedes probar con trucos sencillos para eliminar los nervios, como contar hacia atrás, hacer operaciones matemáticas, elaborar listas de libros, de discos, de la compra o de cualquier otra cosa que te apetezca.
8. Infórmate de técnicas de relajación que te pueden resultar útiles y elige la que más se adapte a tu forma de ser. Las más prácticas pueden ser: relajación respiratoria, relajación muscular progresiva o relajación autógena.
9. Tu mente, la mejor aliada. Piensa en algo agradable, visualiza una imagen que te ayude a obtener un efecto relajante. Darte autoinstrucciones como "deja de atender a lo que está haciendo el dentista y concéntrate en respirar profundamente" puede resultarte útil en un momento de crisis.
10. Que el miedo no te paralice. Recuerda que debes comunicar al dentista en todo momento si sientes algún tipo de dolor o molestia, pues todos tenemos distintos umbrales del dolor y el profesional ha de conocer el tuyo.
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